No aprendí a doblegarme
a ninguna autoridad
no reconocida por mi.
En estos tiempos de
huracanes sociales o políticos
mi herencia rebelde
no me lo permite,
y permanezco de pié
viendo como otros se
inclinan,
los mas débiles
empujados y frágiles
ante el rugir del poder.
No me atrae
ni el brillo del oro o de
la plata,
solo en mi vida
busco la luz
entre los libros,
y la buena conversación
con los amigos.
No obedezco
siempre se me hizo duro el
sol,
en mi refugio con los
muchachos de la calle
entre colores
claros y oscuros
y la flor de mi vida que
me acompaña.
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