Nuestra alegría
no viene de la sonrisa,
de quien nunca ha sufrido
y no ha visto tanto dolor.
Como ha crecido el sufrimiento
en estos últimos tiempos.
Nuestra alegría
nace en la mirada de un señor,
con todos los años en su espalda,
de uno de esos habitantes de la calle.
Nuestra alegría
brilla más porque viene
de un muchacho de la calle
o de un niño pasando hambre.
Uno lo acompaña y
le enseña un camino en la vida,
Nuestra alegría viene desde la tristeza,
de quienes padecen
del abandono y el olvido.
Nuestra alegría
no viene de un pernil en diciembre,
o de una lonja de mortadela,
recordando a aquellos habitantes
de la calle que han perdido
cualquier esperanza,
ignorados, olvidados,
solo son recordados en tiempo
de navidad o de elecciones.
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